Los franceses, ¿huelen feo?

Para quienes nunca han estado en Francia, resulta casi un mito el hecho de que el metro de la ciudad, y los lugares encerrados como los aviones e incluso las cafeterías, tengan un olor característico a pacuso*


Entonces, ¿es verdad que los franceses huelen feo? No solo los franceses, sino los españoles, los italianos, algunos alemanes y en general algunas culturas en especifico como los japoneses, pero no es que huelan feo, sino que huelen más y diferente .Me refiero a que el olor al que hacemos mención, es el olor del humano cuando no vive bajo el yugo del olor americano: jabón con crema, shampoo y perfume, más el aceitito de la crema de peinar, con lo que pareciera que quienes olemos feo somos los que nos bañamos más. Pues usamos varias capas de olor y varios procesos para retirar lo que por naturaleza nos corresponde.


Pero, ¿qué es esto? ¿Un concurso de olores? Sería difícil saber quién gana. Hasta hace poco me parecía una ofensa que te subieras a un transporte público y te comieras el sudor del vecino. Pero la ofensa resulta igual de fuerte cuando lo que te comes es un perfume, solo que entramos en el terreno de lo que es bueno y lo que es malo y lo que llamo el criterio al revés, porque sudar, tener olor a humano y no preocuparte por eso parece menos civilizado que bañarte de olores artificiales e ir anunciado tu llegada por olores.


Es verdad que es un tema de higiene y salud, la historia nos demostró que las enfermedades españolas acabaron con el 70% de la población de, al menos, Tenochtitlán. (Aprovecho para recomendar el libro Visión de los vencidos, donde Miguel Leon Portilla nos expone la historia contada ¨desde acá¨. Pero también es verdad que es un tema de mercadotecnia. De la que hemos abusado sobremanera.


Pero, volviendo a allá, quizá por eso se dice que los perfumes franceses son los mejores, porque tratan de ocultar su olor a gente. Lo que tratamos de ocular es nuestra condición de humanos, el frío lo vemos como un pretexto para usar ropa y no como una condición para abrazarnos. El calor, para poner un mini split y no para encuerarnos. Y es que, en general, el humano trata de tapar lo que es, poniéndole acentos de brillo y oro a las cosas, forra de cromo la agarradera en la que se apoya para soltar su cerote en agua potable y luego, automáticamente, desaparece detrás del culo, para no ver, no oler y casi que no ser conscientes de lo que somos. Poco falta para prohibir los baños públicos, no se rían, va a pasar, está en el proyecto de confinamiento. Ustedes dirán, pues cago en el bosque, pues déjenme decirles que tampoco existen los bosques, solo están en las películas. No hay cerro que no tenga tira de púas, y los árboles los hicimos papel para limpiarnos el culo, en lugar de usar el agua para lavárnoslo, depositamos las popós, luego nos embarrarnos la mierda en el culo, nos lavamos las manos y nos perfumamos el cogote.


A veces me llega mi propio olor a pies o a ingle y pienso que es delicioso y me pasa lo mismo con el de otras personas. A veces me llega el olor a perfume y a jabón, y me dan ganas de alejarme de esos olores tan abrasivos, de brasas y de abrazos, porque el perfume te abraza y se queda, y el olor natural del cuerpo, te abraza, y aunque el cuerpo se vaya, tu corazón se va con él. 


Entonces no huelen feo sino que huelen más. Fin. 


*Patas, culo y sobaco. 

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