A Rosa.
«Ya se va a acabar el mundo, maigos:
Pillaje Cibernético volvió a notar mis favs»
—@florparanoica
Pillaje Cibernético volvió a notar mis favs»
—@florparanoica
Ya que trémulo el orbe desdibuja
confines que en su seno inescrutable,
bajo ilusoria ciencia cobijados,
sólida realidad se presumían;
ya que el cielo y la tierra se confunden
y el extinto lucero con el roce
de losa o pavimento halla reposo;
ya que la postrer calma se apodera
de la angustiada vista octogenaria,
de la ignara mirada pubescente,
de la frágil consciencia del ahogo;
ya que colapsa la sublime esfera
y que despacio engúllela el vacío,
antes de consumirla por completo,
cual mortuoria condena ineluctable,
la falaz calma que servil asumes
flamígera ansiedad remueva ardiente
sin que medien pudor, recato o pena,
temor porque en tu pecho palpitante
—del mórbido letargo antiguo huésped—
despiertes fresca, nueva, vigorosa
y aceptes, sustituto de más lustre,
confiar a su interior mi obsequio humilde.
Antes que la luz tenue desfallezca,
presta calmada todos los sentidos
a percibir un nunca usado asunto.
Acaso por el hielo de tu trato,
dolor por la constancia de tu ausencia,
lamento oirás en verso, coro y canto,
quizás a la distancia, entre la noche,
llanto silente cuanto más terrible.
Y a la espera del yugo de tus brazos
ofrecerá postrada la cerviz
fida pese a mintrosa efigie mía
al ignoto tesoro de tus ojos,
córneo desde el umbral con parsimonia,
al solo timbre de mi voz rendida,
de los oniros célebre portento.
Y en el cósmico espacio de tu boca
mi nombre dibujarse ha susurrado
cuando entregada a tu feliz reposo
en beso será un hálito sereno.
Mi voz y mi pasión la misma cosa,
apenas hecho de ilusión y nada,
abrasado en anhelos indecibles,
mis labios un suspiro de tus labios,
mis manos una sábana del éter,
mis ojos los rincones de tu alcoba,
al amparo en quietud de las estrellas
te daré un beso, un sueño y un lamento.
Quiero que el vientecillo de la noche
me eleve cual plegaria a tu santuario;
quiero estrecharte al alba y al ocaso;
quiero aliviar un canto cual murmullo;
despierta, pues, al sueño formidable
antes de que el final del mundo llegue…
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