Goethe en sus traducciones

En un compendio, cuyo nombre no viene a mi mente ahora, recuerdo haber leído diferentes fragmentos de distintas obras maestras de la literatura universal. Si la memoria no me falla —lo que no es poco probable— ahí se condensaban extractos del Quijote, la Commedia, fábulas de Esopo y otras tantas letras tan maravillosas como canónicas. Cuando lo tuve entre las manos —estoy hablando del año 98 o 99—, había leído hacía bien poco el célebre Fausto de Goethe en una traducción barata que por aquellos días era común encontrar. Me resultó maravilloso hallar un fragmento de dicha obra, mi favorita entonces, en ese curioso compendio; sin embargo, había una peculiaridad que me asombró aún más: el fragmento estaba en verso, al uso de las comedias auriseculares. No se indicaba de dónde provenía la versión, sin embargo, tan llamativa como era, me di a la tarea de aprender de memoria aquellos versos. Se trataba de la escena del estudiante.

Tiempo después, ese compendio se perdió o se traspapeló. No sé siquiera si todavía lo poseo. No obstante, ha poco que me he topado con otra traducción del pasaje, esta en prosa, y he querido traerla a este espacio para deleite del público.

Fausto. Fragmento en verso, traductor desconocido

Como tengo dicho, estos versos los pongo por escrito de memoria. Sepa el lector discreto dispensar las fallas que pudiera haber en ellos.
Después de esto, en repetidas
lecciones dificultosas
aprenderéis que las cosas
más fáciles y sabidas,
cual comer o respirar,
por uno, por dos y tres,
con minucioso interés
se tienen que analizar.
El telar del pensamiento
es como el del tejedor,
hilos de vario color
pone un golpe en movimiento.
Viene y va la lanzadera
con extraña rapidez
y se ejecuta a la vez
la combinación entera.
El sabio, lleno de sí,
llega y en lección no breve
prueba que es y que ser debe
necesariamente así:
esto primero, después
eso, segundo, va en pos,
y en seguida de los dos
viene al fin lo que hace tres.
Y os demostrará profundo
con raciocinio severo
que no puede haber tercero
sin primero ni segundo.
Esto con ansia y placer
lo aprende el alumno presto,
lo que no aprende con esto
el alumno es a tejer.

Fausto. Fragmento en prosa, traducción de Kurt Döhner

Para ello, caro amigo, os aconsejo ante todo el Col1egium Logicum. Allí se adiestrará bien vuestro espíritu, aprisionado en borceguíes españoles, a fin de que así, más reflexivo, en adelante recorra con paso mesurado la vía del pensamiento y no divague tal vez como un fuego fatuo de aquí para allí, a diestra y siniestra. Luego se os enseñará durante muchos días que aquello que antes solíais ejecutar de un solo golpe con toda libertad, como el comer y el beber, es necesario hacerlo en uno, dos, tres tiempos. No hay duda que con la elaboración de las ideas pasa lo mismo que con una obra maestra de tejedor en la cual una simple presión del pie pone en movimiento un millar de hilos, las lanzaderas se disparan hacia aquí y hacia allí, los hilos corren invisibles y un golpe único forma de repente mil trabazones. Viene el filósofo y os demuestra que ello debe ser de este modo; lo primero era así y lo segundo así, luego lo tercero y lo cuarto son así; y si lo primero y lo segundo no existiesen, lo tercero y lo cuarto jamás podrían existir. Los estudiantes de todas partes ponen esto sobre las nubes, mas no han llegado a ser tejedores. El que quiere conocer y describir alguna cosa viviente, procura ante todo sacar de ella el espíritu; entonces tiene en su mano las partes; lo único que falta, ¡ay!, es el lazo espiritual que las une.

Y tú, caro lector, ¿conoces alguna otra traducción de la misma escena que sea digna de mención?

Vale.

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