Cual orugas en crisálidas, el significado
de las palabras se transforma de lugar en lugar y de tiempo en tiempo. Quien
escuche hoy la voz hipster sin falta pensará
en esos jóvenes de largas barbas que visten camisas de cuadros y pantalones
ajustados. Los más versados en el ámbito musical, por otro lado, identificarán
como bootlegger a quien comercializa
materiales discográficos, quizá apócrifos, de manera ilegal. Ambos términos,
sin embargo, solían aludir a personajes muy distintos. Para explicarlo es
necesario remontarnos al siglo pasado: en 1919, el Congreso de los Estados
Unidos aprobó el Acta Volstead, que prohibía la elaboración, comercialización y
consumo de bebidas alcohólicas en todo el país so pena de cárcel. Esta ley seca,
hoy considerada uno de los peores tropiezos legislativos en la historia de
aquella nación, detonó una oleada de contrabando y crimen que se extendió
incluso más allá de su abolición en 1933. Un accesorio socorrido por los
caballeros de la época fue la muy británica licorera de bolsillo, que a menudo
llevaban en la chaqueta o el abrigo, pues está diseñada para amoldarse al
pecho. Las faldas de las mujeres también eran escondites frecuentes. Otros
optaban por echarla en la bolsa frontal del pantalón, en donde también se
acomoda sin problema, o bien se la metían entre el calzoncillo y la barriga;
por cargar su licor cerca de la cadera (hip,
en inglés), estos individuos eran referidos en la jerga de “la prohibición”
como hipsters. Los hombres en los
estados del sur por igual portaban este recipiente en una prenda común en su
indumentaria: las botas (boots, en
inglés); de allí que se los llamara bootleggers.
Esta expresión también se empleaba para señalar a quienes ejercían el
contrabando de vinos y licores desde México y Canadá. Hasta hoy, es sinónimo de
smuggler en la lengua de Shakespeare.
Cuando
Franklin Roosevelt decretó el fin de la ley seca, los hipsters y bootleggers se
extinguieron igual que el furor de los años 20. Las palabras con que se los identificaba,
no obstante, persistieron en el léxico anglosajón, aunque en las décadas
siguientes han designado actividades y personajes diferentes, mientras que sus
características licoreras (muchas veces referidas como hip flasks) hoy no son más que un elegante, si bien anticuado,
obsequio para los varones.
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