El abogado Enrique García Campos, de Toluca, dejó unos cuatro o cinco libros y se suicidó hace pocos años:
"Soñé con ser un verdadero poeta —decía más o menos en su esquela de despedida—. Convencido de que no lo lograré nunca, pongo voluntariamente fin a mis días".
Los diarios dieron la noticia —estúpidamente— sin el menor comentario. Esas líneas de adiós son una grande y conmovedora poesía, digna del mayor aplauso, y sobre todo, digna de ser imitada por muchos contemporáneos.
Alfonso Reyes
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