La gramola posmoderna

La superioridad moral de quienes no escuchan música vernácula ni otra suerte de expresiones populares que no sean folclóricas puede ser una maldición muy dura de soportar. El 90% de los superiores morales que profesan el esnobismo musical se muere por mover el culo con rolas de pueblo, desde la menospreciada banda norteña hasta el aborrecido reguetón, incluso hay quienes acuden a fiestas y clubes bajo pseudónimo y estricto disfraz para que nadie reconozca que son tan vulgares como el vecino cervecero de las cinco de la tarde. Para todos esos esclavos de la pose y el mamadurismo llegó la gramola posmoderna.

Postmodern Jukebox (porque si el pedo no es anglosajón, pierde glamur) es un espectáculo, una iniciativa y una plataforma que nació de la inspiración de Scott Bradlee, un músico mamador que desde la infancia era el bicho raro que escuchaba jazz en lugar del pop noventero de moda. ¿Es acaso necesario que siga describiendo de qué va? Mamadurismo para mamadores que deja un sabor de boca grato como pocos.

En la actualidad, se puede apoyar al proyecto de diversas maneras, desde el pago de una cuenta premium del malhadado Spotify —que el diablo se lleve— hasta las generosas donaciones vía Patreon. En Youtube se pueden encontrar sus producciones, que sirven además de foro a músicos talentosos y entusiastas de lo añejo.

¿Por qué merece la pena echarle un vistazo, o mejor, un orejazo? Esencialmente porque es ejecución musical de excelente calidad. Los arreglos, la voz, el toque instrumental, cada pieza se trabaja con cuidado y a la vieja usanza para darle a las canciones contemporáneas un estilizado trazo antiguo, reposado, disfrutable, como ocurre con un buen licor de agave o un güisqui. Uno no se imagina que incluso puede disfrutar de letras que, bajo el lamentable cobijo de géneros tan denostados como el reguetón, encierran una singular poeticidad que conmueve y hasta gusta. Escucharlos es un acto sibarítico, una entrega a la gula espiritual que no conviene dejar pasar si se es un mamador de pura cepa.

Como ocurre con esas cosas que pueden apasionar, he querido dejar aquí una breve entrada al respecto junto con tres muestras de talento, que además se recolectaron del universo hispano. Sin duda, quien tenga a bien escuchar con atención se sorprenderá felicísimamente. Evita, caro lector, cara lectora, el prejuicio por el título y date la oportunidad de regodearte en el mamadurismo más elevado.

Vale.





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