No existe en toda la lejana, lejana
galaxia un personaje más infame que Jar Jar Binks, el gungan que George Lucas
introdujo al universo de Star Wars en
The Phantom Menace, cuya voz y
captura de movimiento debemos a Ahmed Best. Concebido como alivio cómico para
la trilogía de precuelas y como gancho para el público infantil, su mala
recepción desde el lanzamiento de este filme es legendaria: resulta difícil
evocar a un personaje más odiado en esta franquicia y en la historia de la
cinematografía como tal. ¿Por qué el repudio? Sobre eso podría escribirse un
artículo entero, mas baste para el presente decir que su torpeza, nulo carisma
y habla enredada figuran entre los principales motivos: antes que tierno o
divertido, resultó irritante. Muy irritante. Fue por esto que la producción de Attack of the Clones lo minimizó cuanto
pudo y terminó de condenarlo al escarnio universal, pues gracias a su mal
juicio Palpatine se convirtió en el dictador de facto de la galaxia. Pero, venga,
no seamos duros solamente con él: Padmé Amidala lo nombró su suplente en el
senado y por su insensatez debe compartir la culpa. Después de esto apenas hizo
un cameo en Revenge of the Sith y
esporádicas apariciones en spin-offs
y otros materiales relacionados con Star
Wars, a menudo bajo una luz desfavorable.
¿Pero
qué fue de él tras la caída y restauración de la República? Poco se sabe al
respecto porque, en realidad, a pocos les interesa. El director J.J. Abrams
coqueteó con la idea de mostrar un cráneo de gungan en The Force Awakens como guiño a algún fatal destino, pero esto no se
materializó. La respuesta canónica nos llegó en el libro Aftermath: Empire’s End, de Chuck Wendig, publicado por Del Rey
Books en 2017. Allí, un pasaje nos revela que, posterior a los eventos de Return of the Jedi, Jar Jar habita las
calles de Theed, la capital humana de Naboo, y se gana la vida como un
comediante infantil. Los pequeños, divertidos, lo llaman “payaso”, mientras que
los adultos lo miran con desprecio, situación que él atribuye a sus “errores
del pasado”. Por este mismo motivo, nos dice, los gungan lo desterraron de su
sociedad tiempo atrás.
En la que podría ser la
mayor ironía de la galaxia, Jar Jar Binks terminó convertido justo en lo que
debía ser: un personaje divertido que gustara a los niños.
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