¡Lotería! - Segunda parte

La dama

La vecindad entera la llamaba «puta» y, a su paso, echaban al aire el oprobioso mote como quien disimula que se le escapa un juramento durante la faena. Ella sonreía. Solo quienes habían pasado por su cama sabían que no cobraba.


El transporte

Miroslava jugaba en el patio cuando tropezó, rodó un breve trecho y se detuvo justo antes de tumbar la escoba recargada en el muro. La niña suspiró aliviada, había estado a nada de tirar el transporte de la tía Sandra.


El pastel

Fernando y Jhon-Andrew solicitaron un pastel para su boda. La negativa del pastelero les enfureció de modo tal que decidieron demandarlo por discriminación. Una vez en el juzgado, el pastelero declaró: «Mi trabajo se fundamenta en mi fe, si me piden algo contrario a ella, no es trabajo y no tengo obligación de cumplirlo». El fallo le favoreció; sin embargo, Fernando y Jhon-Andrew decidieron demandar a la corte por considerar que se atropellaban sus derechos homosexuales diversos incluyentes al no colocarlos por encima de los de los demás.

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