Seguramente es célebre ya, si es que el mame futbolístico no ha dispuesto otra cosa, el video en el que Diego Luna promueve la iniciativa El día después. El motor que ha provocado este llamado, aparentemente tan prudente, es la polarización entre los bandos que apoyan a los candidatos a la presidencia de México. Acción harto bienintencionada —o, al menos, eso parece— es esta de convocar a la ciudadanía a no olvidar sus obligaciones como parte fundamental de la democracia y, sobre todo, como constituyente primordial del entramado social en el que estamos inmersos, lo queramos o no.
Ahora bien, entre los ejemplos de violencia en las redes que aparecen en el video, Diegotzin y compañía nos hacen el honor de incluir un tuit del 20 de mayo (21 en el registro oficial de nuestra cuenta de Twitter, que puede consultarse aquí). Amén de inflarle los números (el tuit apenas pudo cosechar un corafav y, eso sí, provocó una discusión fútil con uno de nuestros colaboradores; pero en el video se muestra con 23 respuestas, 23 rts y 23 corazones), con este noble gesto de desdeñosa consideración nos hizo parte de su campaña. Esta entrada, por ende, es una sobria invitación a revisar los postulados en que se sustenta la iniciativa y, en caso de que resulten acordes a la axiología personal de quien esté leyendo, proceda a sumarse.
Nuestro parecer, por comentar algo antes de concluir, es que lo preocupante, necesitamos señalarlo, no es la violencia, que por mucho que nos duela forma parte de nuestra condición humana y bien haríamos en comprender su utilidad y el propósito por el que no hemos podido suprimirla en los milenios que llevamos de existencia. Lo que debe realmente movernos a la acción es la creciente indolencia, la apatía general, el hastío por la participación, es decir, la necesidad de abstraerse de la realidad vibrante —ciertamente también dolorosa y crítica— en la que nos encontramos hoy y contra el afán de sustituirla por una versión rígida y frígida en la que el lenguaje, el pensamiento, el actuar, todo se ha supeditado a una evasión de nosotros mismos en pos de lo que algunas camarillas hipersensibilizadas consideran apenas aceptable. El creciente individualismo que aqueja a nuestra sociedad, combinado con la falta de interés, nos ha conducido a una dinámica enfermiza que se complace en la destrucción sistemática de las identidades que pueblan nuestra localidad, nuestro país, nuestro mundo. Se ha prohibido la autenticidad y se ha establecido el imperio de un yugo que cruelmente denominan correcto cuando no lo es. A base de discursos vacuos hemos olvidado la importancia de interactuar, de expresarnos y sí, también de mentarnos la madre muy a nuestro sabor, pero conscientes de que tras la mentada seguimos subidos en el mismo barco y que, una vez expulsada la presión, toca recomponerse, pasar el trago y seguir trabajando en conjunto. Jhon Donne lo había expresado elocuentemente en sus versos: «No man is an island / Entire of itself».
Lo que más interesa a Pillaje Cibernético, como muchas veces lo hemos expresado en entradas, redes y espacios bajo nuestro sello, es luchar contra la censura, que destruye la posibilidad creativa, la humanidad, el ingenio y que prepara el camino a la dictadura absurda de la idea monolítica, de la costumbre sin razón y de la voluntad ajena. Por lo que el punto 12 nos ha convencido de sumarnos a la propuesta. Si existen dudas sobre la veracidad de esta declaración, la firma 25032, fechada el 21 de junio de 2018, es la de Pillaje, es nuestra.
Así, pues, no resta sino reiterar la invitación al público a visitar la página de #ElDíaDespués, echar un ojo a los compromisos del ciudadano contemporáneo, a los organizadores de la iniciativa y tomar una decisión.
Vale.
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Por Tuzo Pillo Hora 00:00 0
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