Colaboración especial de Sergio Salazar
En el año 2010, cuando cursaba la
licenciatura en Ciencias políticas y administración pública, escribí (con
ingenuidad) un tuit en donde comparaba al Dr. César Cansino con Enrique Krauze,
al primero como intelectual critico y al segundo como intelectual orgánico.
Para mi sorpresa, quien me respondió al instante fue el director de Letras Libres, felicitándome por ser un
lector asiduo de Carlos Salinas de Gortari. Después, el auto denominado
pensador liberal que debate y no condena como los mesiánicos, procedió a
bloquearme en Twitter. No creí que el término “intelectual orgánico” (inventado
por Antonio Gramsci) fuera un insulto pues, siendo honestos, ésa solía ser la
aspiración de Platón y otros filósofos y escritores que deseaban acercarse e
influir en el círculo de poder.
Ese mismo día, acabada
la tarde, recibí una respuesta del Dr. Cansino, quien me saludó y agradeció por
mis tuits. Es gracioso cómo se contraponen dos ámbitos distintos: el académico contra
el mediático televisivo. Es posible que a mis veintiún años yo mismo me cerrara
las puertas del círculo de escritores mexicanos publicados por Editorial
Alfaguara, pues el telectual Krauze, además de dominar los medios convencionales
y las obsoletas revistas Letras Libres
y Nexos, ejerce un amplio control
sobre la literatura mexicana (por no decir que son los instrumentos del Estado que
deciden qué se publica y qué no). El New
York Times recientemente reveló que tanto Enrique Krauze como Héctor
Aguilar Camín recibieron más de 38 millones de pesos del Gobierno Federal de
2001 a la fecha a través de la Secretaría de Cultura, de empresas del Estado
como el Fondo de Cultura Económica y hasta de privados e independientes como Penguin
Random House, el complejo empresarial que tiene bajo su sello editoriales como
Alfaguara, Grijalvo, Lumen y Plaza & Janés. Al igual que las becas para
escritores y los concursos literarios.
Ésta es una
dictadura literaria. La pregunta que debemos hacernos es: ¿en dónde podemos
refugiarnos los entusiastas de la escritura?
Hay varios
círculos en dónde moverse en cuanto a universidades y centros culturales. El
Dr. César Cansino solía compartir en su cuenta de Twitter convocatorias de
distintos talleres de escritura en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Su servidor ha asistido al taller de literatura que impartía Alicia Reyes en la
Capilla Alfonsina. En cambio, poca confianza le doy a los talleres promovidos
por escritores consumados, como el grupo “Para leer en libertad" de Paco
Ignacio Taibo II, a quien consideraba una buena opción hasta que descubrí,
lamentablemente, que está ligado a personajes turbios y corruptos como Claudia Sheinbaum,
responsable de la muerte de diecinueve niños en el Colegio Rebsamen en el sismo
del 19 de septiembre de 2017. El escritor la defiende a capa y espada, y acusa
de antisemitas a quienes la critican.
El único refugio para
compartir ideas y ser leído, aunque sea por una minoría, son los blogs de
Internet, actualmente en riesgo de censura. Difícilmente se puede vivir de la
pluma en ese medio, pero sin duda hay mentes brillantes refugiadas allí. Quizá
parezca obvio, pero hasta no hace mucho existía esa opción. Tal vez la época en
la que los entusiastas de la escritura se refugiaban en revistas o en
editoriales independientes ha llegado a su fin. Son escritores que tienen que
dedicar su tiempo a otras labores para subsistir, pues aquellos que viven de su
pluma son publicados porque así lo desea una élite que sólo contribuye al
deterioro de la literatura mexicana contemporánea.
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