Así como un espejo reproduce la luz cuando llega en forma de ondas y permite que se vean en forma de colores y estos, a su vez, dan forma a las cosas que se están reproduciendo (en el espejo), del mismo modo, el lente de la cámara capta esa reproducción de luz y permite que, abriendo el diafragma, se impriman las ondas de colores dando forma a la imagen de una foto.
Eso es porque estamos captando la reproducción de la luz, es decir, de la realidad o del presente; porque el espejo no puede sino reproducir eso que está aconteciendo y una de las utilidades de la foto es captar precisamente lo que acontecía cuando se tomó la imagen; con lo que deducimos lo que ya se ha dicho: que con la luz nace el tiempo, como dice Einstein en su Teoría de la Relatividad y como afirma la Teoría del Big Bang -se supone que el universo es tan extenso como tiempo lleva existiendo, algo así como que el tiempo y la luz son lo mismo.
Y en ese tiempo está contenida la realidad, el presente constante que está deviniendo todo el tiempo, como producto del paso de la luz -siendo energía, siendo átomos, materia o como guste cada lector nombrarnos a todo lo que existimos, es la luz la que da cuenta de ello-. Nosotros somos catadores de esto con los ojos: la luz es la realidad y es la consecuencia de lo que inicia siendo calor -en el sol y las otras estrellas- y del cual se desprenden los rayos luminosos; de modo que este calor, que podríamos definir como energía, está sucediendo todo el tiempo, cambiando de forma; antes en supernovas, galaxias, agujeros negros y luego en planetas con personas, pero siempre en un mismo momento constante que inicia cuando empieza a existir y termina cuando se extingue, dos premisas poco discutibles porque, además, contradicen lo que dijimos arriba: que con la luz nace el tiempo y que en el tiempo está contenido todo (por eso los científicos no se interesan en lo que pasó antes del Big Bang, porque no hay forma de entenderlo y por tal, no hay razón para analizarlo).

Publicar un comentario