Ya son lejanos los días de gloria de Mr.
T. Luego de los éxitos que cosechó en los 80 como B.A. Baracus en The A-Team (Los magníficos, en América Latina) y Clubber Lang en Rocky III, la carrera de Lawrence
Tureaud se fue en picada: durante los 90 apareció solamente en papeles menores,
y el cambio de siglo terminó por relegarlo a sitios poco dignos de la
televisión. Hoy ya no utiliza sus emblemáticas cadenas de oro, su mohicano es
un despojo maltrecho por los tintes negros, y de sus músculos queda solamente
un fláccido recuerdo. Toda una generación desconoce su nombre.
Al mismo tiempo que la fama de Mr. T se
diluía entre los colores de los 90, cinco chicas inglesas se abrían paso a
través de las listas de popularidad con un sencillo titulado “Wannabe”: las
Spice Girls. Este conjunto pop se convirtió en un fenómeno global equiparable a
los Beatles (no lo digo yo, lo dicen sus cifras de ventas), e incluso después
de su separación en 2000 se sostiene como un acto en sumo influyente dentro del
género, si bien sus ex integrantes no triunfaron como solistas. Si les tocó
crecer en la década recordarán que, tal como sucede ahora con Justin Bieber o el
reguetón, todo mundo amaba odiarlas.
Aunque no lo crean, los caminos de Mr. T y
de las Spice Girls se cruzaron alguna vez. Les explico: hacia finales de los
90, a algunos ociosos del ciberespacio se les ocurrió realizar pequeñas (y muy
baratas) historietas en las que Tureaud enfrentaba a una variedad de enemigos
bajo las premisas más absurdas que se puedan imaginar; así, en sitios como Mr. T vs. Everything, Mr. T vs. The World y Mr. T vs. (almost) Everything lo vimos encarar
a amenazas tales como Mr. Bean, los Cazafantasmas, Godzilla, Marilyn Manson,
Eminem, AC/DC, Saddam Hussein, los Zerg de Starcraft,
sus propios pensamientos negativos e incluso el mismo hundimiento del Titanic,
entre otros. Estas hilarantes aventuras explotaban al máximo las maneras del
personaje B.A. Baracus, como la expresión “I
pity the foo!”, además de conferirle cualidades sobrehumanas equiparables a
las de Chuck Norris (entre otras cosas, era indestructible a causa de todo el
oro que llevaba encima). Su famosa camioneta GMC recibió un trato similar: así
como corría por las carreteras podía hundirse cual submarino y surcar el
espacio sideral a una velocidad que la cultura popular sólo puede medir como “helluva fast!”. Uno de sus
enfrentamientos más célebres (o infames, según se vea) fue contra las Spice
Girls: a decir suyo, la música del quinteto dañaba las mentes de los niños y
era necesario arrojarlas —literalmente— de vuelta a la cloaca de donde habían
salido: un lugar terrible conocido como Spiceworld. De entre todos los fantásticos
encuentros que el Internet le inventó a Mr. T, ninguno fue tan trascendente
como éste, tanto que en numerosos “episodios” se hacía alusión a las cantantes
y su pavoroso reino de música pop.
Las aventuras de Mr. T en la red gozaron
de considerable popularidad entre los usuarios más nerdy, sin embargo, no
tardaron en sufrir el mismo destino que su carrera en la televisión: durante
los primeros años del siglo XXI, tanto creadores como lectores perdieron el
interés por ellas y los sitios que las popularizaran cayeron uno a uno; hoy
solamente subsiste un número ínfimo de estas joyas de la cultura pop.
Lamentable.
Pero ahí lo tienen: algo interesante se
puede escribir sobre Mr. T y las Spice Girls si se tiene el suficiente
conocimiento ñoño.
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