Invisibilidad

Colaboración especial de Marilena de la Rosa.

Recuerdo cuando era niña y me tapaba los oidos cantando en alto mientras apretaba los ojos cerrándolos con fuerza. Ese fue uno de mis primeros métodos para convertirme en bicho bola.

Desde entonces, he perfeccionado tanto la técnica que ahora soy capaz de hacerlo hasta en una batukada, rodeada de tropecientas personas, cantando a la vez.

Y danzando.

No sé si es que el mundo es demasiado grande para mí o yo soy demasiado pequeña para él. Tan sólo sé que mis días se llenan de momentos en los que necesito hacerme bicho bola y salir rodando.

Otros, ponerme la capa de hacerme invisible y desaparecer entre el revoletear de palabras que no hacen más que llenar el cajón de cosas insulsas que ya me sé.

Y entonces me despisto y empiezo a volar con los ojos cerrados y el alma abierta de par en par, visitando lugares que extrañamente me sonrien al pasar sobre ellos. Me gusta besar sus nubes, porque sé que te acercarás y las rozarás con tu sonrisa, así a mitad que es como nos gusta.

Me gusta lanzar besos y pensar que te empaparás con ellos, como en otra vida lo hice yo con los tuyos.

Me gusta pensar que sonríes mientras me lees porque sabes que ese cosquilleo que a veces hace que te frotes alguna zona de la cara soy yo, soplándote para cubrirte de mí.

Me encanta pasear por ti sin que me veas, me encanta sentirte.

Me encanta vivir,

me encantas tú,

me encanta hacer,

me encantas en mi bicho bola,

me encanta ser,

me encanta estar,

me encanta bailarte,

me encanta ser yo, sin más…

Pero me encanta más si es contigo.
Así, dejaré siempre mi capa a la vista…
y cuando necesite pensarte seré bicho bola, y cuando necesite danzarte

seré aire,

en ti…

Mi bendita locura.

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