Me enamoré de una flor paranoica
que no respira por las hojas ni los pétalos]
[tiñe de sonorosos aromas
sabores notas relieves
ni alguna otra cualidad organoléptica.
No la conozco pero la quiero bien.
Nunca la he visto pero la sueño a diario.
No sé si acaso existe pero el fuego del deseo]
[me consume cuando me invade el]
[ocio
y juro que es posible poseerla.
Al amanecer preparo la tierra
como si fuera a sembrar la dicha de su cuerpo
en el estéril campo de mi vida
y a la noche respiro
fatigado de extrañar
el vaho dulce que manan sus pistilos.
Un día las raíces
de sus pies]
[descalzos
bendecirán el tálamo que alberga mi herramienta
y beberé del néctar tibio
que derrame hasta el centro de mis ojos.
No habrá más que sereno agónico en el yermo.
Para Rosa, que tiene un color especial.