Texto de Rob Enslin
Traducción de E.J. Valdés
El
verano de 1788 fue una de las épocas más obscuras en la vida de Mozart. Sumado
a sus acumuladas deudas, su maltrecha salud y a una cadena de infructíferas
composiciones, su esposa Constanze estaba enferma y su hija de seis años,
Theresia, había muerto. Asimismo, el compositor apenas se recuperaba de la
muerte de su padre un año atrás. Incapaz de mantener a su familia de manera
adecuada, Wolfgang escribió una serie de penosas cartas al próspero comerciante
y masón Michael Puchberg en las que le rogaba por dinero. Éste accedió a su
petición y le ayudó a pagar a un ex arrendatario, a un contratista y otras deudas
por una gira de conciertos cancelados. A pesar de la ayuda de Puchberg, Mozart
continuó luchando y desde su lecho de agonía se levantaron sus últimas tres, y
quizá más grandes composiciones: las sinfonías 39, 40 y 41.
Sinfonía No. 40 en Sol menor, K.550
Compuesta
en vísperas de la muerte de Theresia, la Sinfonía No. 40 en Sol menor es
quizá el esfuerzo sinfónico más popular de Mozart. La impactante tonalidad en
Sol menor no sólo captura el profundo pesar del músico, sino que también exuda
una inusual aspereza. Para Mozart y sus contemporáneos, Sol menor —que se
utilizó muy poco durante el siglo XVIII— era la personificación del
sufrimiento. Otros trabajos del mismo compositor que comparten este clima
emocional son la “Pequeña” Sinfonía en Sol menor, el Cuartero de Cuerdas en Sol
menor y la desesperada aria de Pamina “Ach, Ich Ful’s” de La
Flauta Mágica.
Completada
el 24 de julio de 1978, la versión original de la sinfonía está escrita para
flauta, dos oboes, dos trompetas y cuerdas. Mozart produjo una versión
revisada, la cual contiene fragmentos alterados para los oboes y agrega dos
clarinetes. Los historiadores especulan que Salieri estrenó la sinfonía el 17
de abril de 1791 durante el concierto anual a beneficio de la Sociedad de
Músicos de Viena.
Sinfonía No. 41 en Do, K.551 “Júpiter”
Como
el último y más largo de los esfuerzos sinfónicos de Mozart, la poderosa Sinfonía
No. 41 en Do fue completada el 10 de agosto de 1788. Fue bautizada
“Júpiter” tras la muerte de Mozart por el violinista y empresario inglés Peter
Saloman, quien fuera responsable de la serie de exitosos conciertos que Haydn ofreció
en Londres.
A
diferencia de la K.550, la “Júpiter” irradia calidez, alegría y representa el
clímax del estilo contrapuntal de Mozart. Los primeros pentagramas del Allegro Vivace de inmediato anuncian
dos temas contrastantes: una figura heroica para toda la orquesta y una amable
e introspectiva frase para cuerdas. Entre lo más destacable de la sinfonía se
encuentra un memorable pasaje que Mozart retoma de una ópera cómica previa u opera
buffa. Esta agradable y divertida melodía eventualmente se convierte en el
tema central del movimiento y es un claro indicativo del cercano nexo entre el
clasicismo italiano y el vienés.
Al
igual que Haydn y Beethoven, Mozart fue un maestro sinfonista supremo, mas debajo
de este espectro creativo el genio de Salzburgo creó un abundante legado
artístico que continúa inspirando y, a veces, desconcertando incluso a las
nociones musicales más radicales.
“Mozart es música”, dijo alguna vez un
crítico, y por doscientos años el mundo ha concordado.
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