Tener pareja cada día se vuelve un asunto de valor, aventura y tristeza, como el reto que nadie logra porque el éxito está en el conformismo de tener lo que a la mano está. Así estamos sentados más de 8 horas diarias en una oficina gris, asegurados con el pago que cada quince días recibimos; así estamos, atados a lo que nos da soporte y que un día, con ilusión, nos atrajo: La pareja con la que compartimos todos los días, para quienes la tienen, sin importar si es la que más desean; o quienes no la tienen, que no la tienen no tanto "porque no quieran ni tampoco porque no puedan pero sí porque no han podido". Porque cada vez se repite la misma historia, porque siempre habrá prietos en el arroz que hagan ver feo al arroz entero y entonces, motivados por una vida prodigio en donde el valiente vive más, envalentonados a pedir aumento en la oficina y a despreciar el arroz que tenemos, damos el paso sin el huarache y nos espinamos. Porque rompemos con todo, con lo que tenemos y con lo que no tenemos. ¿Cuantas veces se ha ingresado a laborar en una empresa y al poco tiempo resulta ser algo incómodo y vulgar para algún empleado que estaba muy ilusionado con el empleo? ¿Cuantas parejas, luego de descubrirse de todo el buen modo que los caracterizaba al principio de la relación, se dan cuenta de que siempre no era tan interesante y se olvidan y se dejan o se quedan para no perder lo poco que se ha conseguido? Como el empleo de oficinista. Grises por la monotonía o cansados por la falta de monotonía, para quienes viajamos mucho y apenas tenemos tiempo de estar en casa. El asunto es que lo que obtenemos de la vida está delimitado por las cosas que buscamos; porque es en la escala de esas cosas con la que obtenemos la unidad de medida de nuestro bienestar social. Estar bien es tener un empleo que dé, al menos, para vestir "bien" y comer sin problemas. Además de la casa, claro.
Entonces, ¿qué hacemos? ¿Por qué cada vez que intento iniciar algo con alguien algo sale que ya no me gusta o a él -o ella- ya no le gustó algo y valió madre? Fácil: porque la expectativa que tenemos de las cosas, casi de cualquier cosa, es muy alta. Las personas más felices son las que viven al día, las que se conforman casi con cualquier cosa porque en cualquier lugar están bien. Si esto es verdad, entonces la felicidad no reside en la comodidad de una casa que es caliente, acogedora y silenciosa, pero sola. Donde no tienes un abrazo cálido que le dé la química a tu cuerpo. Porque lo que tú buscas no está en nadie. Y cuando tú te enamoras, eres tan meloso que al otro dejas de interesarle. Porque, visto desde el otro lado, que me gustes, que seas interesante a mis gustos, no es suficiente, si ya te tengo seguro, para quedarme aquí. Ya eres tierra conquistada. Haz dejado de interesarme. Y bajo esa historia me parece que todos hemos estado en uno y otro lado. En uno duele, en el otro, relativamente nos vale verga. Nuevamente, ¿por qué? Porque hemos hecho de las relaciones los adefesios que resultan de nuestros ideales, empañados por un montón de conceptos morales, religiosos, científicos o de cualquier índole, robotizados para repetir la fe, el credo, la tabla periódica o las órdenes de fusilar, pero no para sentir libremente el amor, el deseo que nace del contacto físico con otra persona, el deseo, un amor distinto, de estar con otra persona incluso si no hay contacto, como con los amigos. No hablo de la satisfacción sexual momentánea con la que las personas no se conectan porque "solo es sexo"; esta situación me parece solo la resulta de un problema no atacado de raíz, un parche. Por mucho sexo que la persona tenga ocasional, con seguridad no encontrará lo que tendría si se llegara a enamorar. Y ese es precisamente el problema, que la gente no se enamora, porque somos más valiosos nosotros que cualquier persona. Porque es más importante hacerle sentir que lo tengo ahí, para mi gozo o mi ego, en lugar de sentir que al rededor de mi vida encuentro diferentes personas incondicionales, algunos son familia y otros son amigos. Con algunos hago viajes, con otros comidas, con otros diálogo, con otros discuto, con otros disfruto cuando nos tocamos. La unión que nace de las personas por la química de sus cuerpos la llamamos amor. Pero nuestro amor es un arrebato de sensaciones quizá producidas por las reacciones químicas que esa combinación pudo crear. Yo no sé ustedes, pero yo he besado sin química y sin sentir mucho y otros besos que solo de tocarse los labios estremecen. Esa sensación, natural, bellísima, experimental, que no solo es el camino a la reproducción de la especie, sino que además tiene el don de producir placer, eso que se hace cuando queremos comunicarnos en silencio por pasar un rato juntos, eso es el amor, el amor heredado, el que se encarga de proteger del frío al otro. Porque tú me das calor y yo templanza con mi frío. Porque yo te protejo pero tú me avisas si no viene la bestia. En una unión de emociones derivadas del sentimiento de pertenencia a un grupo, a un pueblo, y no porque me tocó trabajar con toda esa bola de pendejos, porque para todos, los otros, eso serán. En lugar de ser sus hermanos con menos experiencia y que están aprendiendo y a los que se les debe enseñar, en lugar de eso competimos por tener la mejor decisión, las mejores marcas, al mejor novio y en suma a lo que es mejor en un espectacular de publicidad. Porque eso muestra la televisión, el internet, el mundo capitalista para acabar pronto. No hablaremos de comunismo porque es muy fácil perdernos. Estamos hablando del humano. Que apenas ha aprendido a hablar en los miles de años que tiene inventando esto de mover la boca o escribir. Tan mala comunicación tiene que de un lado está un país aventando bombas a otro, como en una casa un señor discutiendo con su esposa y golpeándose. Porque sonaba bonito cuando lo platicaron eso del matrimonio, pero no mames güey, está de la verga, y ahora con los chamacos ni modo de echarnos para atrás. Mejor mira; ahí me la llevo, una canita al aire de vez en cuando y chingón, de todos modos tá bien pendeja mi vieja, ni cuenta se da (no sabe que el pendejo es él y que ella le da la vuelta 4 veces).

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