El pasado fin
de semana me topé en uno de los canales del cable con una película que jamás
creí ver en la televisión: God’s Darkest
Dream, del cineasta canadiense Elijah McCartie. Esta cinta de 1997 es una
dramatización de los pormenores tras la realización del legendario cortometraje
Into a Darkened Room, de Kye Smith,
una pieza de cine surrealista de los años 70 que, sin bien fue poco difundida,
generó una considerable controversia por su temática y por sus muy gráficas escenas
de violencia y crueldad. En el presente artículo hablaré un poco sobre estos
dos trabajos que no son muy conocidos en el mundo de habla hispana.
![]() |
Kye Smith en 1981 |
Into
a Darkened Room fue uno de los primeros trabajos fílmicos de Kye Smith, un
escritor y director de cine con base en Chicago. Al igual que el resto de su
obra de la época, éste no tuvo mayor presupuesto que sus ahorros y se grabó en
cuestión de unos días en un desvencijado vecindario de la Ciudad de los
Vientos. El cortometraje relata, sin diálogo y en apenas veinte minutos, cómo
un anónimo protagonista es inducido a una secta satánica y pierde la razón a
causa de los terribles prodigios que le son mostrados. Los valores de la
producción eran acordes al tiempo y el dinero que se invirtieron, sin embargo,
cuando este título tuvo sus primeras proyecciones en un par de festivales de
cine independiente en 1974, su contenido de inmediato dio de qué hablar, y es
que más de la mitad del cortometraje consta de escenas explícitas y violentas
con una fuerte carga anti religiosa. El hecho de que se lo presentara en un
blanco y negro de muy mala calidad, reproducido a mayor velocidad de la normal,
contribuía a su atmósfera macabra. Smith, un gran aficionado al ocultismo,
grabó la totalidad del corto en lugares en donde se cometieron asesinatos y expuso
al equipo de producción a auténticos ritos satánicos. Corre el rumor de que
algunos miembros del elenco, una vez frente a la cámara, incurrieron en
conductas que el director no solicitó y a las que luego no pudieron dar
explicación. Así, en Into a Darkened Room
se pueden ver mutilaciones que se creen genuinas, como ocurre en una escena en
la que un hombre le arranca la lengua a otro con los dientes, u otra que
muestra la fractura de un pene. Por igual son infames los pasajes en que se
puede apreciar a una mujer que defeca sobre un crucifijo y otro en el que dos
hombres desmiembran y luego prenden fuego a un gato. Por supuesto que esto
provocó que el cortometraje fuera censurado en prácticamente todos los
circuitos de cine y que apenas se proyectara en algunos festivales de horror de
los Estados Unidos. Jamás se lanzó en formato casero y las pocas cintas que lo
conservan se grabaron directo de la pantalla con una paupérrima calidad; en
aquellas mejor logradas apenas y se escucha la banda sonora, que constaba de
una larga sucesión de acordes en una guitarra distorsionada. Es por ello que
este elusivo título es considerado por algunos un mito y por otros una especie
de Santo Grial del cine surrealista, pues no sólo es muy raro toparse con una
copia suya, sino con alguien que cuando menos sepa de su existencia. El propio
Kye Smith ha contribuido a la leyenda negra de Into a Darkened Room en los contados comentarios que ha hecho al
respecto: entre otras cosas, ha declarado que previo al rodaje sufrió terribles
pesadillas que le dictaron las escenas que debía realizar, o que el actor que
hizo al personaje principal se suicidó poco después de que concluyeran las
grabaciones (incluso llegó a circular una presunta carta que redactó antes de
quitarse la vida).
Fue el subterráneo furor por Into a Darkened Room el que llevó a
Elijah McCartie a rendirle una suerte de tributo con God’s Darkest Dream, cuyo título se desprende de la cita con la que
Smith abrió su cortometraje: “Behold. God’s darkest dream”. En esta cinta, cuya
trama es producto de la imaginación de McCartie, un joven Kye Smith
(interpretado por Warner Roper) recluta a las personas que participarán en la
producción de Into a Darkened Room y las
adentra al mundo del satanismo. Poco a poco, todos ellos comienzan a
experimentar una serie de eventos sobrenaturales que alcanzan su clímax durante
el rodaje: las cámaras capturan momentos terribles de los que nadie guarda
memoria, y la violencia que debiera ser posible sólo mediante efectos
especiales acontece en la realidad.
Tal como sucediera a su material de
origen, God’s Darkest Dream tuvo una
difusión limitada y, aunque no causó tanta polémica, se la vetó de miles de
salas de proyección por el contenido explícito (McCartie intentó replicar
cuadro por cuadro algunas de las escenas del cortometraje original). Tuvo una
recepción muy pobre entre la crítica, que la consideró de mal gusto, y no tardó
en alcanzar el estatus de filme de culto gracias a su temática. A finales de
1997, tras algunas proyecciones en el norte de los Estados Unidos, esta cinta
llegó al formato VHS en una edición limitada cuyas copias llegan a cotizarse hasta
en mil dólares en sitios como eBay. Kay Smith jamás ha emitido comentario
alguno sobre ella.
God’s Darkest Dream es un filme
reservado casi en exclusiva para los aficionados al cine de horror más crudo y
violento, a quienes estoy seguro deleitará si es que alguna vez consiguen
verla. Si no se cubre el perfil, es mejor alejarse de ella.
Publicar un comentario