La calavera de Don Quijote

No cabe duda de que el grabado más famoso de José Guadalupe Posada es "La Catrina", imagen que desde su creación en 1913 va de la mano con el Día de Muertos (sobre eso ya hablé en este artículo). Pero Posada ilustró otros tantos trabajos que Antonio Vanegas Arroyo realizó a propósito de la festividad, calaveritas y panteones en especial, como el que les presento a continuación. Se publicó a principios del siglo XX bajo el título Ésta es de Don Quijote la primera, la sin par, la gigante calavera. En la imagen apreciamos a un gran esqueleto que, tocado con una bacía al estilo de Alonso Quijano, embiste y hace volar a otros más pequeños. El título, sin embargo, es engañoso, pues éste no es un panteón dedicado a la memoria del más grande héroe de la literatura hispana, sino una serie de sentencias en las que él mismo adopta el papel de parca o psicopompo. En esta transcripción que realicé directo de una impresión original, resguardada en el Museo José Guadalupe Posada de Aguascalientes, he procurado respetar la disposición de las estrofas y la puntuación originales. Que lo disfruten.


Ésta es de Don Quijote la primera,
la sin par, la gigante calavera.
A confesarse al punto el que no quiera
en pecado volverse calavera.
Sin miedo y sin respeto ni a los reyes
este esqueleto cumplirá sus leyes.

Aquí está de Don Quijote
la calavera valiente,
dispuesta a armar un mitote
al que se le ponga enfrente.

Ni curas ni literatos,
ni letrados ni doctores,
escaparán los señores
de que les dé malos ratos.

Sin respetar el talento
ni el dinero ni la gloria,
de todo humano elemento
formaré en sólo un momento
una inmensa pepitoria.

De mi potente pujanza,
nadie escaparse podrá,
pues al filo de mi lanza
hay que perder la esperanza
de que alguno vivirá.

No hay pues que hacerse ilusiones
y prevenid la mortaja,
pues tengo las intenciones
de rellenar los panteones
de muertos con o sin caja.

Me gustan los lagartijos
que se la echan de elegantes,
y que sin tlaco en la bolsa
van de sorbete y con guantes.

De ellos no quiero dejar
ni señales, ni semilla,
que haré polvo imperceptible
hasta su última canilla.

Del Jokey Club afamado,
ni un socio se ha de escapar,
que sus flacos esqueletos
pelados he de dejar.

Y de los diestros corceles
que han ganado mil carreras,
en el mundo dejaré
tan solo las calaveras.

Y por fin la emprenderé
con denuedo temerario,
con todos los que se ven
de nombre en el calendario.

A las Auroras y Anselmos
declaré cruda guerra,
y sus huesos dejaré 
hechos un montón de tierra.

Aquí vendrán a buscar
los Brunos y los Benitos
lo que les pueda faltar
de sus huesos peladitos.

De los Celsos y las Conchas
las calaveras serán,
un infalible específico
para curar de las ronchas.

Los Darios y Doroteas
haré que anden a carreras,
buscando sus calaveras
que han de ser de las más feas.

Las Emilias presumidas
y los Enriques fachosos,
recogerán presurosos
sus canillas carcomidas.

Franciscos y Felicianas
que hacen de alegres alarde,
al panteón han de ir a dar
aunque se les haga tarde.

Las Gertrudis y Gabinos
por mustios y por troneras,
quieran o no, han de ser
sólo inmundas calaveras.

Los Herculanos valientes
y las Herminias felices,
se quedarán con los dientes
pelados como maíces.

Los Jacintos retobados
y las Jacobas traidoras,
serán, llegadas sus horas
puros huesitos pelados.

Las Leonides guapetonas
y los Leones presuntuosos,
se convertirán en unos
esqueletos asquerosos.

Manuelas y Marianitas
bailarán al mismo son
el jarabe de los muertos
a las puertas del panteón.

Los alegres Nicanores
y las Norbertas pintadas,
irán a ser a dolores
calaveritas peladas.

Las Onorinas famosas
y los Octavianos pulidos,
en esqueletos roñosos
se han de mirar convertidos.

Las Paulas y los Pedritos
que anduvieron siempre juntos,
ya no se separarán
estando con los difuntos.

Las Quirinas salerosas
y los Quintines borrachos,
hasta muertos han de ser
solamente mamarrachos.


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