Simios en la Torre de Babel

Super Monkey Ball fue un videojuego desarrollado por Amusement Vision y distribuido por Sega en 2001, primero para arcade y más tarde para el Game Cube. Se trataba de un título de plataformas y puzzle en el cual hasta cuatro jugadores (cuando menos en la versión casera) debían abrirse paso a través de una serie de mapas cada vez más complicados y vertiginosos, o bien, podían enfrentarse en una variedad de competencias. Yo tuve la fortuna de conocerlo hace algún tiempo, y si bien no fue el juego del año era bastante divertido si se lo compartía con los amigos. Un detalle que llamó mi atención en aquel entonces, y que lo hizo de nuevo hace unos días, cuando lo jugué de nuevo, era el hecho de que en algunos niveles de la campaña para principiantes podía apreciarse al fondo nada menos que la Torre de Babel, muy parecida a como la pintara Pieter Brueghel el Viejo.




El de la Torre de Babel es uno de los relatos más famosos del Génesis: cuando los descendientes de Noé repoblaron el mundo tras el diluvio, un gran contingente liderado por Nimrod se asentó en la llanura que más tarde se convertiría en Babilonia y comenzó la edificación de una torre con la que pretendían alcanzar el cielo. Dios, al percatarse de lo que hacían los hombres y que ello era posible puesto que todos hablaban un mismo idioma (el hebreo), decidió confundir sus lenguas para que no pudiesen continuar con la obra y no les quedara más remedio que dispersarse por el mundo. La Biblia nos dice que fue a causa de este fenómeno que aquel lugar fue llamado Babel, palabra semejante al término que en hebreo significa “balbuceo” o “confusión”.



Diversas fuentes reproducen esta historia con algunas variantes, pero la Torre de Babel nada tuvo de mítica: fue una estructura real a cuya edificación los babilonios dedicaron varios siglos, e incluso Herodoto llegó a verla y la describió en sus Nueve libros de la historia. Esta inmensa construcción (para los estándares de la antigüedad) era llamaba Etemenanki —“Casa cimiento del cielo y de la tierra”— y servía como templo-zigurat del dios Marduk. Tras alcanzar su apogeo alrededor del siglo V antes de nuestra era, sufrió un largo declive: cuando los persas conquistaron la ciudad ésta ya presentaba un severo deterioro, y más tarde el propio Alejandro Magno intentaría en vano restaurarla. Es probable que dos siglos antes de Cristo no quedara gran cosa, y es que el mantenimiento de un edificio tan colosal debía representar tal gasto que los sucesivos gobiernos claudicaron en los esfuerzos de conservación y optaron por utilizar esos recursos en otras cosas (guerras sobre todo). Los restos de la Torre de Babel fueron hallados en 1913 por el arqueólogo alemán Robert Koldewey al norte de la actual ciudad de Hilla, en Irak.


La leyenda de la Torre de Babel sirvió de inspiración a artistas como Peter Brueghel el Viejo, quien la pintó en 1563 en tres distintos lienzos, el más famoso de ellos el que se encuentra en el Kunsthistorisches Museum en Viena. Sin embargo, él confirió a la estructura una arquitectura por entero imaginaria, más semejante a la de los romanos (con numerosos arcos y columnas) que a los zigurats de los babilonios. Además, situó la inmensa estructura en una urbe europea (quizá holandesa). Otros artistas como Lucan van Valckenborch, M.C. Escher y Gustave Doré también la incorporaron a su obra, e incluso se la puede apreciar en el retrato que Domenico di Michelino hizo de Dante Alighieri en 1465 (la Torre, por cierto, figura a su vez en la Divina Comedia).





La Torre de Babel es parte esencial de la trama de otro videojuego muy famoso: Illusion of Gaia, que apareció para el SNES en 1993.



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