A pesar de toda la tecnología, el
conocimiento y el acceso a la información que tenemos en el siglo XXI, somos la
versión más pusilánime de la humanidad; ofenderse, quejarse y hacer alboroto
por todo se ha convertido en una de las principales ocupaciones de la especie,
y lo que me trae a escribir esto es la más reciente controversia que enfrentó
Twentieth Century Fox tras el lanzamiento del largometraje X-Men: Apocalypse, misma que no se desprende del hecho de que la
película haya sido un fiasco, sino de su publicidad. Hace una o dos semanas
varias mujeres comenzaron a denunciar a través de redes sociales un promocional
en el que se ve a Apocalypse (Oscar Isaac) estrangulando a Mystique (Jennifer
Lawrence) bajo el argumento de que la imagen promueve la violencia de género.
La
controversia no cobró fuerza hasta que Rose McGowan, a quien quizá recuerden
por la serie televisiva Charmed o el
filme Planet Terror, se sumó a las
quejas con un comentario que publicó The
Hollywood Reporter: “No hay contexto en la imagen, sólo una mujer siendo
estrangulada. El hecho de que nadie vetó esto es ofensivo y francamente
estúpido. Los genios detrás de esto —y uso el término a la ligera— necesitan
verse en el espejo y pensar en cómo están contribuyendo a la humanidad. Imaginen
si fuera un hombre negro estrangulado por un blanco, o uno gay estrangulado por
uno heterosexual. Las protestas serían enormes”. Más adelante acusaba al
estudio de no contratar a mujeres para dirigir sus películas y agregó que la
hija de nueve años de un amigo suyo encontró el promocional tan perturbador que
preguntó: “Papá, ¿por qué ese hombre monstruoso comete violencia contra una
mujer?”.
Esto
me parece un discurso contra la violencia bastante selectivo: McGowan dice que
si la imagen mostrara a un hombre blanco estrangulando a uno negro ésta
resultaría ofensiva, grotesca, pero, ¿y si fuera al revés? Si fuera el hombre
negro el que estrangula al blanco, ¿eso no sería lo suficiente violento como
para reprobarlo? ¿Solamente debe preocuparnos la violencia ejercida contra
mujeres, negros y homosexuales y, además, debemos asumir que ésta siempre es
provocada por hombres blancos y heterosexuales? Yo pienso que no: la violencia
y el abuso no tienen rostro, y ponérselos es entrar a un discurso plano y
estereotipado en el cual unos siempre son los buenos e inocentes y otros los malos y culpables, sin medias tintas; un discurso que, de
hecho, a menudo roza con la intolerancia.
Por
otro lado, creo que McGowan y todas las personas que acusan a Twentieth Century
Fox de denigrar a la mujer deberían estar al tanto que buena parte de la
campaña publicitaria de este filme giró en torno a dos mujeres: Jennifer
Lawrence como Mystique y Olivia Munn como Psylocke. Incluso, es bastante
notorio que el guión dio mucho más peso al personaje de la primera que a los
interpretados por sus coestrellas, James McAvoy y Michael Fassbender, y que el
estudio está tan interesado en capitalizar sobre la actual fama de Lawrence que
se rumora que tendrá un filme en solitario como Raven Darkholme.
Además, pienso
que la escena no carece de contexto como McGowan afirma, pues cualquier persona
que esté un poquito familiarizada con Jennifer Lawrence debe saber que ella se
hizo famosa por su interpretación de Mystique en X-Men: First Class, y que lo de Katniss Everdeen y Tiffany Maxwell
le llegó después; el mundo la ha visto pintada de azul cinco años ya, y siendo
la estrella juvenil que es, el niño o adolescente que no la conozca en este
papel seguro se dedica exclusivamente a leer filosofía griega. Y no olvidemos
otra cosa muy importante: en el universo cinematográfico de los X-Men, Mystique
nunca se ha caracterizado por ser un personaje muy pacífico que digamos; la
encarnación de Rebecca Romijn era tan radical como el Magneto de Ian McKellen,
y en Days of Future Past la chica
estaba decidida a asesinar a Stephen Trask. Pero, claro, eso no es un mal
ejemplo para nadie, ¿verdad?
En
fin: a Twentieth Century Fox no se le ocurrió replicar nada de esto y, en aras
de ser un estudio “socialmente correcto”, ya pidió una disculpa a todas las
personas que pudieran sentirse ofendidas por una imagen promocional
perteneciente a una franquicia de ficción con más de quince años de antigüedad.
Ahora,
debo confesar que cuando leí que el estudio enfrentaba una controversia de género,
de inmediato pensé que ésta giraba en torno al personaje de Psylocke,
interpretado por Olivia Munn, y es que si bien la “continuidad” iniciada por
Bryan Singer se ha mantenido lejos de los uniformes de las historietas, hizo
una excepción con el atuendo de Betsy Braddock y se lo tomó muy literal: de
todas las chicas que han desfilado por las películas en directo de los X-Men,
ella es la única que no posee un traje de combate “funcional” en aras de
mostrar sus encantos. Cuando Meiling Melançon hizo al personaje en X-3, ella vistió el mismo atuendo negro que
el resto de los X-Men y apenas y mostró el escote en una escena donde la vimos
como civil, en cambio, la propia Munn ha bromeado sobre la imagen sexualizada
de su personaje; mientras que Mystique, Jean Grey y Storm están vestidas de los
talones al cuello, ella pelea en tacones y viste un traje que expone sus
piernas y sus pechos. Esto no es del todo negativo: si somos francos podemos
decir que, en ese caso, su personaje es el que más se parece a su contraparte
de las historietas, ¿no?
Pero, vaya, eso a nadie
le interesa, pues es mucho más polémico que un mutante azul estrangule a otra
mutante azul. Warner Bros. debería considerar, pues, que nadie le ponga un dedo
encima a Harley Quinn en Suicide Squad;
no sea que eso pueda traerle una controversia como la que encaró Twentieth
Century Fox. Y, de paso, que su división de videojuegos se encargue de que en
el siguiente Mortal Kombat no se puedan realizar Fatalities a personajes
femeninos, pues las almas susceptibles de este mundo también podrían
interpretarlo como violencia de género.
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