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¡Allah: miserere nobis!
Por Tuzo Pillo Hora 00:00 0
En diciembre de 2015, año de Nuestro Señor Jesucristo, una periodista mahometana, defensora de las mujeres en tierras árabes y de otras lindezas occidentales compuso un fiero artículo para el diario Al-Rai de Kuwait. Ahora, con la efervescencia nueva de los ataques de terroristas musulmanes a Europa, sus letras han venido a sulfurar la red de nueva cuenta.
El artículo se encuentra traducido, mal por cierto, en varias lenguas (al menos tres, hasta donde me he encontrado, a saber: inglés, francés y español). Y aunque en algunos casos se han cometido verdaderos crímenes gramaticales, la idea en general se transmite sin problemas: el mundo islámico ve con deferencia la violencia hacia el resto de la humanidad y exige que no se le culpe.
Si bien es verdad que pueden decirse muchas cosas en contra del texto (cuyos fragmentos más significativos pueden consultarse en español aquí), es innegable que fija mientes, y echa sal incluso, en la llaga intocable del sagrado pueblo del sello de los profetas.
Mi primera impresión, si me es lícito decirlo, es que se trata un poco del cuento del pasto del vecino, con la diferencia de que en esta ocasión es nuestro pasto el envidiado. No obstante, también a mi juicio tiene mucha razón y ya era hora de que alguien (¡qué bueno que ha sido del lado de allá!) lo dijese con todas sus letras o, al menos, con la mayoría de las que se encuentran en el abecedario. Pero vamos poco a poco, que la emoción me abruma.
Pareciera propio de los liberales de nuestro lado del mundo, especialmente si son europeos o gringos, hacerse los mártires y declarar que toda la culpa es de Occidente. Que si Occidente no hubiese sido fanático durante el Medioevo y nunca hubiesen existido cruzadas ni Santa Inquisición, la vida sería más grata y que toda la culpa es de los ambiciosos que desean arrebatar el petróleo de las pobres naciones del Oriente Medio. Lo dicen, claro, desde la comodidad de una vida asaz occidental, con carestías mínimas si no prácticamente nulas, y lo dicen porque se han comprado la mamada (sí, he escrito mamada, a lidiar con ello) de que el otro es siempre el bueno, el que no sabe lo que hace, el que actúa de tal o cual manera porque es la víctima, el ignorante, el marginal. Pues, nada más lejos de la realidad. Sin embargo, todo aquel que se precie de ser un supuesto defensor de la humanidad se tiene que volver un descerebrado predicador de semejante falacia porque, de lo contrario, es faccioso, reaccionario, capitalista y, básicamente, todo lo que le brinda las comodidades a nuestra parte del globo pero que hay que aborrecer porque no está in.
Sin embargo, hay que ver las cosas en su justa medida y advertir que el blanco y negro aquí es peligroso porque supone que una parte está indefectiblemente en lo correcto… y estar en lo correcto significa lavar el error del que está equivocado en mares de su propia sangre. Que muchos musulmanes sean gente de bien que no busca erradicar el cristianismo ni a la gente de fuera de su esfera cultural es un hecho, eso no se niega, pero también es un hecho que, como cualquier otro ser humano, ante la acusación de que su fe y su forma de concebir el universo han conducido a otros de los suyos a cometer atrocidades (el término, de sobra sé, se queda más corto que un porro en una fiesta de la facultad de Filosofía y Letras), la impasibilidad y el decir «eso no me representa, no representa al Islam» parecen ser las únicas reacciones que se obtendrán de este hipotético personaje promedio.
Ahora bien, consciente estoy de que irse persona por persona va a arrojar más o menos una conclusión semejante, sin embargo no ocurre así si vemos el grueso del actuar popular. Pareciera que la cháchara de los derechos humanos y el buscar la integración y el cosmopolitismo es, esencialmente, una tara de Occidente. ¿Cuándo se ha escuchado de esas pavadas como algo que norme o regule un país netamente islámico? Muy rara vez o casi nunca, a menos que se trate de naciones que ven la conveniencia de seguirle el discurso a los occidentales, como Egipto o Marruecos, de ahí en fuera el que pretenda escudarse en la individualidad y cosmopolitismo para no seguir lo establecido por el Corán ya se puede considerar reo de muerte.
El mundo occidental tiene sus cosas oscuras y asquerosas también, no se niega, pero de que a la postre ofrece muchas más ventajas que el de los «pobrecitos marginados» es patente y se antoja hipócrita querer opacarlo. Y ya viene siendo tiempo que se dejen las actitudes tolerantes y receptivas para las organizaciones no gubernamentales que no tienen nada que hacer, mientras que los gobiernos y pueblos se ponen las pilas para trabajar en una solución (de sobra no va a ser pacífica). No se trata de hacer ataques suicidas (ahí tenemos un ejemplo negativo de Occidente: aquí nadie deja la vida por su fe ni por sus derechos, a lo mucho habrá una marchita para quejarse contra todo y hasta ahí) en el corazón del Califato, sino de ir poniendo las rayas claras: aquí puedes entrar si vas a aprender a comportarte como los que aquí vivimos, si fueris Romae, romano vivite more…; tienes derecho a observar tu religión pero aquí comemos cerdo, si te lo prohibe tu deidad, ¡no te lo comas! La mujer es un quasi objeto, no un objeto entero, así que no puedes golpearla en público, mátala en privado y date a la fuga, como todos. Y para los occidentales: deja de estar mamando con que todos son seres humanos, el otro es respetable hasta antes de que te balee en pleno concierto o a media cena, después ya tienes que verlo como un peligro y apoyar su detención (si no su erradicación entera… ¿o acaso después también hay que abandonar las vacunas porque la viruela es un ser marginado y es nuestra culpa que nos haga daño?), hay que dejar de ser ingenuos y predicar que todo lo occidental está mal y todo lo medio-oriental está con ganas. Hay que irse enterando de que el mundo no es un lugar amable, los valores occidentales lo han hecho amable (¿por qué diablos hay tanta gente queriendo penetrar en Europa a como dé lugar si no?). Hace falta volver a las raíces y a la sabiduría romana: si quieres paz, prepara la guerra.
Ya en otra entrada había comentado que el caso no se va a resolver negociando y algunos malos exegetas no comprendieron el mensaje. Pues a ésos, especialmente a Juanito Pereira, le pinto dedo aquí y le digo lo que dije desde hace meses: aquí el pedo no se resuelve con ingenuidades. Ya estamos metidos hasta el cuello en este desmadre y hay de dos sopas: se le pone un alto a los hijos de su mahometana madre o nos vamos acostumbrando a Allah (que al fin te promete vírgenes bien apretaditas en el paraíso si te portas como el profeta manda).
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