Power Instinct
Atlus se sumó a la contienda de los
videojuegos de pelea en 1993 con el arcade Power
Instinct, que contaba con ocho personajes y una jefa final exclusiva de la computadora. Sí: si de algo puede sentirse orgulloso su desarrollador es de haber sido el primero en incorporar a una mujer como el peleador final del modo de historia.
A diferencia de muchos de
los títulos de pelea de la época, éste no se tomaba a sí mismo muy enserio y,
de hecho, estilísticamente era muy irreverente: el personaje de Reiji Oyama,
por ejemplo, era una descarada parodia de Ryu y Ryo Sakazaki, la anciana Otane
Goketsuji podía convertirse en una atractiva adolescente tras realizar un
agarre en el que besaba al rival, Thin Nen era un obsceno monje Shaolin y el
último oponente, Oume Goketsuji, no era sino una anticlimática copia al carbón
de Otane. De hecho, la posibilidad de transformar a algunos personajes en pleno
combate y así otorgarles nuevas habilidades fue una de las principales
novedades de esta franquicia, que replicó el concepto en casi todas sus
entregas. Asimismo, fue pionero en la inclusión del doble salto y la
posibilidad de “correr” o desplazarse rápidamente hacia adelante o atrás por el
escenario; hoy día es inconcebible un juego de peleas que no incorpore esto
último, e incluso en Mortal Kombat 3 era uno de los requisitos para desencadenar
un combo.
Aunque jamás alcanzó un
nivel de popularidad equiparable al de Street
Fighter II, este juego gozó de una buena recepción tanto en arcade como en consolas gracias a su buena jugabilidad y a lo divertido de su concepto, y produjo siete secuelas, sin mencionar que algunos de los personajes hicieron
apariciones en otros títulos de Atlus.
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