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El amor es una lata
Por Unknown Hora 21:39 0
Fue el cautín el arma para
descifrar el enigma de aquella descompostura. Su mujer se había sentido mal
toda la mañana. Mover los ojos le exigía un esfuerzo espeluznante y su voz se
había convertido en un hilo que se enredaba en los oídos de Fabián. Sus brazos
crujían al mínimo esfuerzo, no había podido ni sostener su desayuno. Por
primera vez en meses había dejado llena su lata de aceite. Todo aquello
resultaba extraño porque desde que la compró, había funcionado a la perfección.
Esa noche tendrían que ir a la cena de Navidad con los padres de Fabián, sería
la primera vez que saldría con ella, la primera vez que se la presentaría a su
familia. Para que nadie dijera nada, para que dejaran de molestar con eso de
tenerlo todo. Decidió que iba a darle un tiempo, un ratito a ver si se
recuperaba. Le dijo palabras bonitas al oído, le prometió todo lo que a una
mujer le puede ser prometido; fue tierno, luego rudo, luego violento, luego obsceno. Nada funcionó.
La hora de la cena se acercaba y cualquier cosa era mejor que pasar por la pena
de decirles a sus padres la verdad. Así fue como impaciente y necesitado,
Fabián decidió abrir a su mujer. Tomo el cautín y logró derretir la soldadura
que mantenía su torso amarrado a unos tornillos. Por fin pudo verla por dentro.
Un enorme hueco en su cuerpo de latón le provocó las lágrimas. No había nada
allí, nada que pudiera ser arreglado, nada que pudiera estar mal: su mujer era
vacío puro. El hombre, lastimado y triste, la metió en su caja, la apiló junto
las otras y marcó de inmediato a la atención a clientes. Pidió un nuevo modelo,
importado, a prueba de error. Entrega inmediata. Cuando su paquete llegó,
Fabián estaba ya cambiado y listo para la fiesta; la sacó de la caja y la
encendió. Todo estaba bien. Le puso un abrigo rojo que a todas les había
quedado bien. Ella no era la excepción. La tomó de la mano y caminaron juntos
por las calles de esa ciudad convulsionada. Ahora sí, no habría duda alguna de
que Él podía tenerlo todo.
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