Podemos llamar a Albert Einstein una de las
mentes más brillantes que ha tenido la humanidad siempre y cuando no nos
fijemos en su vida personal. El hombre que era una luminaria en el ámbito científico
no lo era tanto dentro de su propio hogar, y hacia 1914 su matrimonio con
Mileva Marić estaba sumamente deteriorado. Para entonces él ya sostenía un romance
extramarital con su prima, Elsa Löwenthal, y en cartas escritas a su amor
juvenil, Marie Winteler, expresaba lo infeliz que se sentía junto a Mileva.
La
convivencia era intolerable y la ruptura inminente. Sin embargo, Einstein pensó
en lo que la separación significaría para sus hijos, Hans y Eduard, de diez y
cuatro años respectivamente, y propuso a su aún esposa que permanecieran juntos
por el bien de ellos. Sin embargo, eso solamente era posible con una condición:
el ingenioso Einstein escribió una lista de reglas que Mileva debía obedecer al
pie de la letra para que ella no interfiriera en su trabajo y así se evitaran
poblemas.
A continuación les
presento una traducción del reglamento que Einstein escribió para Mileva, tal
como aparece en el libro Einstein: su
vida y su universo, de Walter Isaacson.
CONDICIONES
A. Te asegurarás de que:
- Toda mi ropa y blancos estén ordenados.
- Reciba mis tres comidas con regularidad en mi habitación.
- Mi habitación y mi estudio estén limpios y, sobre todo, de que mi escritorio esté a mi sola disposición.
B. Renunciarás a toda relación personal conmigo
siempre y cuando ésta no sea estrictamente necesaria por motivos sociales.
Específicamente renunciarás a:
- Que me siente en casa contigo.
- Que salga o viaje contigo.
C. Obedecerás los siguientes puntos en tus
interacciones conmigo:
- No esperarás intimidad alguna de mí, ni me reprocharás de manera alguna.
- Dejarás de hablarme si lo solicito.
- Abandonarás mi habitación o mi estudio de inmediato, sin protestar, si lo pido.
D. Te acomedirás a no desestimarme frente a nuestros
hijos, ya sea mediante palabras o comportamiento.
Por increíble que parezca, Mileva estuvo de acuerdo y trató de acatar
estas reglas durante un par de meses, pero cuando se dio cuenta que eso en nada
mejoró las cosas, abandonó a Einstein en Berlín y se marchó con los niños a
Zurich. Tras divorciarse en 1919, Einstein se casó con su prima Elsa y vivió bastante
más feliz. Por su parte, Mileva no volvió a casarse y dedicó el resto de su
vida a cuidar de su hijo Eduard, quien padecía esquizofrenia.
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