Uno de los aspectos más interesantes de las redes sociales es su faceta como herramienta de denuncia social. Tanto en Facebook como en Twitter (y supongo que en Google+ también) suelen surgir de tanto en tanto crónicas, fotografías y videos que presentan a personajes nefastos como las "ladies" y los "gentlemen" o situaciones indignantes e injustas, como es el caso del veracruzano que reporta mediante la cámara de su teléfono celular que en una estación de servicio le cobraron más litros de gasolina de los que caben al tanque de su automóvil. Si no se han topado con él aquí lo encuentran. Créanme: hasta da coraje verlo.
Pero lo que me trae a escribirles en esta ocasión es un video que recientemente ha causado revuelo en las redes, en el cual se puede apreciar a cinco vagoneros (vendedores ambulantes que operan en el metro de la Ciudad de México, para quienes no estén familiarizados con el término) drogándose y fumando en un vagón. Hay dos cosas alarmantes en esta grabación: una es que numerosas personas pueden ver lo que están haciendo y no levantan la voz o mueven un dedo; la otra es que el usuario que toma el video baja en la parada siguiente y reporta lo que sucede a un par de oficiales de la Policía Industrial Bancaria, los cuales le responden que nada pueden hacer y, efectivamente, nada hacen. El hecho queda impune.
Diversos diarios de la capital hicieron eco a esta denuncia ciudadana y el día de hoy el mismísimo Miguel Ángel Mancera anunció la remoción de este par de elementos, pero aunque uno pensaría que esta acción sería universalmente aplaudida la realidad es que ha dividido opiniones. Mientras que un sector de la población considera que las autoridades de la Ciudad de México actuaron de manera correcta contra los policías por no hacer su trabajo, otras voces han salido en su defensa esgrimiendo argumentos tales como que es la corrupción generalizada en el metro la que les impidió actuar o que corrían peligro si encaraban a los vagoneros, pues podían estar armados y el salario que reciben no amerita que pongan en riesgo la vida. Yo mismo me debato entre ambas posturas: es cierto que era su obligación atender la denuncia del usuario que realizó el video, pero también hay que tomar en cuenta que los vagoneros ni siquiera deberían estar allí, pues el comercio al interior no sólo de los vagones, sino de las estaciones del metro, es ilegal, no obstante, todos los días en todos los trenes (menos los de la Línea 12) se puede encontrar a estas personas ofreciendo cantidad de baratijas, entre ellas piratería, sin pagar ni un centavo de impuestos y sin que se las moleste. Y ésta es una cuestión que también divide a la ciudadanía: unos dicen que deberían ser retirados y otros piden se les tolere pues sólo intentan ganarse la vida; yo me pronuncio a favor de lo primero. Según la ley, estos vendedores deberían ser expulsados por los elementos de seguridad, pero esto no sucede y mucho se ha dicho sobre la impunidad de la que parecen gozar para realizar sus actividades; que si son una mafia, que si sobornan a las autoridades del metro, que si son clientela política del partido que manda en el Distrito Federal... Considero que todo esto es cierto y que los oficiales tienen órdenes de no intervenir contra estas personas, lo cual, a fin de cuentas, impedía actuar a los dos policías despedidos (mas no los justifica). Pero pienso que todo esto también es culpa de los usuarios que se percataron de la situación y no hicieron nada al respecto; de todas las personas que viajaban en el vagón solamente una tomó acción. Lo cual es una rareza, pues normalmente nadie lo habría hecho. Aunque podrán decirme que no es nuestra obligación como ciudadanos enfrentar a quienes infringen la ley de esta manera, yo pienso que todos tenemos el deber moral de hacerlo; todo mundo se queja del servicio del metro y señala sus muchas deficiencias, pero casi nadie está dispuesto a pagar un peso más en la tarifa o incluso a denunciar a quienes dañan los vagones o cometen ilícitos como los aquí descritos. ¿Cómo podemos aspirar a un mejor sistema de transporte público si no queremos tomar acción, si queremos que sea tan bueno y bonito como el de Londres o Berlín como por arte de magia? Honestamente no lo merecemos.
Mi opinión en este caso es que los pasajeros del vagón tienen tanta culpa como los policías que perdieron su trabajo, y aunque Mancera se paró el cuello con su despido hasta ahora nada ha hecho por detener el ambulantaje al interior del metro. No sorprende; su discurso, y el de todos los políticos, es el de la doble moral.
Publicar un comentario