Pachuca Insólito o el nuevo periodismo liberal hidalguense

En la actualidad, ante la avalancha de información que se encuentra en las redes sociales, las páginas dedicadas a la divulgación de todo tipo de chismes y los sitios que se corresponden con los medios impresos o televisivos, la definición práctica de periodismo se ha convertido en una incógnita de casi imposible resolución. Si bien es cierto que las definiciones tradicionales siguen ofreciendo el sustento teórico, es innegable su obsolescencia, el periodismo no es ya lo que era hace treinta años y, definitivamente, no es lo que fue hace cien. La necesidad de informar acerca de lo más relevante antes que los competidores ha dado un giro radical; ahora con un par de movimientos del dedo índice tenemos a nuestra disposición una serie de noticias que, provengan de una institución periodística profesional o de un usuario preocupado por alertar a su comunidad, han terminado por engullir el suculento plato de las primicias y han dejado para los medios tradicionales apenas las migajas. Ante esta realidad, ya no se puede creer que el periodismo siga siendo una profesión que exija una formación de mayor especialización que la que ofrece una carrera universitaria ajena al «asunto» de los medios. Cualquiera, en nuestra contemporaneidad, puede ser periodista siempre que se apegue a transmitir los hechos relevantes con el mínimo de parcialidad posible. Incluso la exigencia de imparcialidad se antoja irrisoria, pero he de admitir que es, se quiera o no, uno de los vestigios útiles que han legado las concepciones tradicionales a la práctica actual, tan abarrotada de información que muchos ciber-moralistas se han dado el lujo de decirle «desinformación», a saber sus motivos específicos.
     Si mis palabras iniciales para esta entrada causan alguna suerte de escándalo o incomodidad, me puedo congratular de que he cumplido con la intención de este espacio que, precisamente, es problematizar y polemizar, aunque no siempre gratuitamente; sin embargo, quisiera ir más allá de la simple impresión e invitar a la reflexión con respecto de la situación que se vive en torno a los medios institucionalizados. En más de un país, los periódicos, noticieros televisivos y radiofónicos, así como las webs dedicadas a la labor informativa y divulgativa especializada, si pertenecen a un grupo profesionalizado y oficial, con entidad jurídica y todo, se han convertido en blancos de la crítica social por considerarlos apócrifos, espurios, corruptos o mentirosos, en ocasiones porque sirven a los intereses de los poderosos y, otras veces, como en el caso mexicano, porque presuntamente detentan el poder de facto y son peligrosísimos para la constitución de la joven democracia que da sus primeros pasos en el terreno de la alternancia. En realidad no interesan los motivos por los que el periodismo institucionalizado ha perdido prestigio, lo que importa es que esto es un hecho.
     Ante este panorama, quizá lo más interesante que ha ocurrido es que todavía existen quienes, sin ser periodistas (y esto puede ser el motivo por el cual tienen ética profesional), se quieren dedicar a comunicar las cosas más relevantes que suceden en su comunidad. Estos medios llamados «independientes», más por costumbre que por ausencia de legítima institucionalización autónoma, poco a poco han desplazado al desprestigiado mamotreto de la comunicación auspiciada por capital privado o gubernamental. Desde la teoría periodística no atinaría a explicar los tipos de periodismo independiente que existen, pero tampoco es mi intención hacerlo en esta entrada; lo que me interesa sobremanera es hablar de una práctica informativa muy peculiar que nació en Pachuca de Soto, capital del estado mexicano de Hidalgo, y que ahora cuenta con un servidor como reportero activo, me refiero por supuesto a Pachuca Insólito.
     El director de Pachuca Insólito, el célebre David Reyes, junto con Daniel Jennings y el forajido (y aún hoy buscado por la justicia) Salomón Stemberg, se hartaron por allá en el año 2010 de que los medios masivos dieran tanta importancia a noticias que no tenían ninguna relevancia para el pachuqueño promedio. Era claro que las grandes casas periodísticas de aquel lejano entonces no se interesaban por la vida de una urbe que iba creciendo a pasos agigantados pero, con todo, no lo suficientemente rápido como para considerarla importante al lado de otras capitales como Puebla o Toluca, que a fuerza de número de habitantes se habían granjeado el favor de los corruptos y despóticos dueños de los medios. Fue así que fundaron el humilde pero valiente pasquín: El Gran Semanario «Pachuca Insólito», cuyo lema era «las noticias que nadie más quiere, o se atreve, a publicar». Sin embargo, lo que comenzó como un bienintencionado proyecto de mantener al tanto a la población pachuqueña de los extraños y a veces ominosos casos que ocurrían dentro de los lindes de su ciudad, poco a poco fue padeciendo las fricciones de las peleas de ego, las desavenencias de supeditar la creatividad al consenso mayoritario y también las criminales tendencias de Salomón Stemberg, que por entonces inauguraba una serie de asesinatos con un hacha, aunque en su momento ninguno de sus colegas sabía nada al respecto. Finalmente el semanario se suspendió de manera definitiva, pero al año siguiente volvió con frenético vigor ahora incorporando las nuevas tecnologías, se había convertido en el blog noticioso Pachuca Insólito, definido por el aún director David Reyes como «el periodismo más divertido de Pachuca».
     Los colaboradores iniciales, salvo Salomón, que sigue prófugo, volvieron con remozado interés al periodismo independiente, aún con la consigna de abordar los temas que nadie más tiene los arrestos de publicar. En este contexto, junto con otros grandes periodistas hidalguenses como Carlos Larrus o Pepe Botella, es que me uní para prestar los tan necesarios servicios de un periodismo inteligente, ágil y novedoso que dejara de lado las putrefactas prácticas de los medios corruptos tradicionales. El concepto de Pachuca Insólito no solamente denota diversión o atrevimiento, sino una profunda y enérgica libertad que se desborda al evidenciar todo aquello que otros medios prefieren callar.
     Hidalgo ha despertado de su letargo informativo, lo asevero convencido y con mucho orgullo de formar parte de esta revolución en el ámbito noticioso. Esta breve entrada, un poco eco en lo histórico de la editorial original del sitio en cuestión, es mi manera de retribuir y agradecer la gran oportunidad de incidir en la vida de los mexicanos y, especialmente, de los hidalguenses a través de las crónicas, noticias, los reportajes y artículos que preparamos para que la desopilante voz de la información alternativa no calle nunca, no ceje y prosiga siempre con su lucha por abatir la ceguera institucional.

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