Tiempo de calma

Alguien, con seguridad, recordará la serie Rugrats, que tuvo un tremendo auge a finales de la década de los 90 y que, tras una o dos películas, no lo recuerdo bien, y varias temporadas con flamantes nuevos episodios también tuvo una especie de continuación adolescente, Rugrats crecidos. Bueno, todo este recordar esa serie de infancia que quizá muchos lectores jóvenes (me carcajeo porque creo que eso no existe) nunca han oído mentar tiene por objeto referenciar que, en algún capítulo de esos «nuevos», cuando había bastantes viejos, apareció el famoso Aquilino, el psicólogo-pediatra que siempre era citado por los padres de los bebés. En fin, Aquilino es incapaz de cuidar a Tommy y a Carlitos, pero uno de sus intentos es invitarlos a meditar, llamando a la actividad «tiempo de calma». Bien, esto de la calma y la RSMA que ha sido tan frecuente en las entradas de este blog parecen los tópicos que obsesivamente me llevan a buscar una disección del gusto por los mismos. Pocas cosas valoro más que la paz y la relajación.
   La entrada de hoy es un poco la iteración del placer pacífico, modorro, relajado. No es gratuito, aunque para efectos del pillaje tendrá que serlo forzosamente, este cúmulo de letras orientado a ensalzar, breve y humilde en el estilo, el tiempo de calma genuino, el que se vive cuando se está a solas con uno y puede reflexionar sin necesariamente hacer otra cosa. Cierto es que escribir es hacer algo y, por ende, no debería contar como tiempo de calma el dedicarse a componer una entradita apenas visible para quienes se pasen por el perfil (la verdad está tan falta de sustancia que hasta pena me da ponerla en la comunidad de Comparte tu blog), pero han sido días un tanto caóticos, confusos, a ratos algo dolorosos estos primeros del año y poder contar con un tiempo para no decir nada, aunque se escriba mucho es de agradecerse y encomiarse.
   No dilataré más este contenido que no llega a ninguna parte, solamente quisiera recomendar a quien leyere que valore mucho el silencio, la paz y la quietud de su propia compañía, sí la compañía de su persona misma, porque a ratos este mundo se vuelve tan caótico que ni en el baño podemos estar con nuestra conciencia desnuda y, aunque sea delante del ordenador, a veces hace falta esta comunión individual.

Tardígrado en movimiento, el animal más genialmente calmado que uno pueda conocer. GIF de National Geographic.

Publicar un comentario

Copyright © Pillaje Cibernético. Diseñado por OddThemes