El desencanto, una experiencia propia

Hace días comencé a jugar la última edición (o yo creo que es la última, no sé bien) de Simcity. Los juegos de planeación de ciudades me gustan, pero es verdad que llega un punto en que se vuelven algo tediosos. Como sea, la franquicia de Maxis y EA se ha caracterizado por su énfasis en la capacidad de los jugadores de crear historias. La verdad la premisa es divertida y muy sana, estimula la imaginación y todo, pero llega un momento en que uno se cansa de quedarse en la mera imaginación. Alguna vez jugué un Simcity de los primeros (no me acuerdo si era el primero, ni soy tan fan, la verdad) y tenías la oportunidad de ponerle nombre a las calles y toda la cosa, pero ahora solamente puedes hacer figuras espectaculares y ya está, los nombres de las calles, la historia de la ciudad, los problemas de sus habitantes todos te los reservas para tu cabecita (o para tu blog, si lo quieres compartir con la gente y que te critiquen por ello). Es entretenido describir vidas que no existen, verlas convertirse en un reflejo de la propia existencia e imaginar más, ser partícipes de esas realidades, pero a veces no jugamos con ese afán, a veces lo que queremos es que se refleje nuestra voluntad creadora. Quizá solamente están hablando mis complejos y caprichos de tucito, pero eso le faltó a esta edición. Está genial eso de que tus trabajadores y tus compradores vayan a otras ciudades, se vuelvan turistas e incluso puedas establecer pactos de beneficios comerciales, pero está tan limitada la acción del jugador en esos aspectos que solamente te puedes quedar esperando a que aparezca que ya van tus ciudadanos a la ciudad vecina de compras o por trabajo. Extraño esa personalidad que tenían, por ejemplo, los habitantes del Imperium Civitas I y II, en el III lo dejaron de lado pero era una opción muy buena, cuando te cansabas de construir solamente tenías que elegir a alguien y podías seguirle durante todo el día. Por los requisitos gráficos del Simcity, es imposible seguir a uno solo, aunque el juego cuenta con una dizque opción para ello, pero la verdad es que no puedes adentrarte, sencillamente no es invitador. En fin, el desencanto me vino cuando fundé una ciudad, la llevé a un grado decente de crecimiento y de súbito, ya no había otra cosa que hacer, salvo esperar a generar dinero. Está claro que los recursos le meten emoción al juego, pero, ¿tan difícil es dejarnos las tareas logísticas más libres? Bueno, ya estoy desvariando, es de noche y todo eso. Invito a los lectores a compartir en los comentarios cuál es su juego favorito y por qué. Ojalá participen.
Captura de una ciudad bien sácale-punta, tomada de esta página cotorrona.

PD. ¡No se olviden de revisar mis aportaciones aquí! Hagan patria y busquen mis artículos para que sigan saliendo dentro de los más visitados, ¿sí? ¡Por favor! ¡Los amo! ¡Besos!

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