Todos sabemos que el mundo es una porquería que día con día se hunde más en la mierda, ¿no es así? Pues con esto en mente, una lista de mil y un cosas que están mal sería pan comido; pero sinceramente, ¡qué güeva hacer una lista de semejante envergadura! ¿No estaría mejor que nos fijáramos de vez en vez en lo poquito de bueno que tiene que ofrecer?
Los últimos días he estado sumido en una depresión muy extraña y debo decir que no hay nada más horrible que perder el buen ánimo por idioteces. Es verdad, el mundo está mal, el planeta se muere y la gente se odia en cada esquina. ¡Parece que nunca mejorará nada! No obstante, quejándonos vía web no vamos a resolver ningún entuerto. Hay que empezar a sonreírle a la gente, corregir a nuestros hijos cuando se equivocan, leerle a nuestras parejas el libro que nos marcó de jóvenes y regalarle a nuestros ancianos aunque sean veinte minutos al día, para escucharlos y agradecerles por haber construido lo que tenemos ahora. Es verdad que en otras partes del mundo la cosa está jodida, con sonrisitas y abrazos no vamos a salvar a los muertos de hambre en África, a las niñas obligadas a prostituirse en el sureste asiático ni a los miles de indígenas americanos que han sido condenados a la miseria absoluta solamente por haber nacido; pero si no vamos a ser radicales, ¿por qué no darle un cambio radical a nuestras vidas? Perdonemos de a poco a los que nos robaron algo alguna vez, a los que nos mintieron con buena o mala intención, a los que nos han insultado porque sí… estar felices con lo que hay, luchar por lo que nos falta y dejar de ver el lado aborrecible de las cosas.
En Monterrey existe un área llamada Paseo Santa Lucía, se trata de un canal hechizo que conecta, junto con pasajes peatonales, al Parque Fundidora con el centro de la ciudad, específicamente ahí donde, según las crónicas, nacían los ojos de agua que salvaron de morir de sed a más de un conquistador que —¡oh, la obstinación humana!— intentaba fundar la jodida ciudad. Dicho paseo es una confección engañosa para que la capital neoleonesa pudiera presumir ante el mundo que, en efecto, es una capital de cultura y sapiencia. Después del fracasado Fórum Universal de las Culturas del año 2007, el paseo se quedó como un área valiosa para los regios porque, a pesar de haberse concebido como un proyecto para ponerle buena cara al mundo, a la postre se dieron cuenta que funciona verdaderamente como un área social y urbana. El resto de la ciudad se cae a pedazos, entre la delincuencia organizada, la corrupción y el hecho de ser Monterrey, pero cito esto porque me parece un gran ejemplo de lo que un poquito de bondad le puede hacer a la vida.
Alguno dirá que pretendo aquí promover el conformismo. Pues bienvenida su opinión y que vaya a chingar a su madre. Lo que planteo aquí es la esencia más pura y verdadera de la cara única desde la que fue concebido el pillaje: hay que ser felices y mandar todo a freír espárragos (¡son muy sabrosos!).
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