Me siento muy abandonado. Mis compas, los que conociste, se van en acabándose la cerveza; pero tú que me dijiste que no tienes necesidad y que, además, te gusta el desmadre (y que, de alguna manera, te gusté yo porque ya decías que estábamos para casarnos), ¿cuándo me ibas a dejar por la falta de cerveza? Bueno, eso me estaba yo figurando; pero ya ves, ni tú estás por acá ni yo tengo a nadie con quién hablar un poco. Algo que sí te voy a decir es que no le tengo miedo a quedarme solo, porque nací solo, he vivido solo y así sigo viviendo, y siempre he pensado que así me voy a morir. Pero estas fechas me pesa tanto despertar sin nadie, irme al mundo sin nadie, regresar a mi mundo sin nadie y, finalmente, darme cuenta que yo poco a poco me estoy volviendo nadie que… Total, a lo mejor lo que tú quieres es ser como Carmen, la heroína que describe Mérimée en su novela, y no quedarte afincada a un solo hombre, eso está muy bien, yo tampoco sé si puedo ser para una sola mujer; pero mientras haya intención, si lo pidieses, sería tuyo nada más. Yo no quiero un adorno inerte en mi habitación, quiero una compañera de viaje o de estancia, de lo que te acomode más, la cosa es que quiero estar contigo, y hasta parecía que tú concordabas con eso, me acuerdo que ya no querías ir sin mí al baño, para que ya no me alejaran de ti. ¿Por qué de momento ya no quisiste volver conmigo a cualquier parte? Tus motivos tendrías. Por eso las cosas aventadas no me gustan, cuando las emprendo acabo así. Querías mi teléfono; pero yo estaba seguro de que no ibas a llamar y mira, mejor me diste el tuyo y no contestas. En fin. Piensa en mí, si puedes, de menos hazme ese favor.
Adiós (supongo).
Tu Víctor.
31 de enero de 2009.
Víctor Miguel Gutiérrez Pérez © 2009-2011.
Víctor Miguel Gutiérrez Pérez © 2009-2011.
Publicar un comentario